Porque sé que lo que siento no es un reflejo en el espejo, porque sé que nuestros cuerpos sólo estorban al alma que ansia disimulada sólo espera el momento exacto para entregarse plena...
Sé que mi colibrí reboloteante sangra mi pecho al mirarte...
Sé que cuando estiro mi mano, en la cama de noche ahi está la tuya.
Sé que no debo decirlo con palabras para sentirlo y mirarte y ver tu felicidad en tus ojos brillantes, grandes, en tu tono al cantar... y quiero que cantes asi por siempre... porque me gusta tanto escucharte... porque en tu voz se encuentra mi delirio vital, porque de tu voz nace mi razón y mi razón se dobla ante tu exquisita presencia.
Tu presencia que pobla mis dias de incontenibles y desaforadas emociones y sensaciones, nuevas extraordinarias y tan oportunas como quien de una rápida búsqueda en el cielo encuentra esa última estrella nocturna... esa que brila más que las demás y esa que regalas en un afán de hacerte saber que te quiero, que te amo y que doy todo en la vida por saber que un día más serás y seré y seremos y sabremos ser y así, cada uno de los días...
Sea con guantes rosas, con gomitas de color verde, con un tiiro al blanco que fulmina tus achaques cotidianos, sea también con una simple mirada... que me deja saber que estas, que eres y que en ti se refleja ese gran propósito que en mi emprende...
Sé que al despertar de repente pensando en ti sólo me obliga a marcar de nuevo esos dígitos tan clavados en mi memoria, que no se le olvida el primer día en que los vio... aproximadamente a 15 metros y en señas...
Sé que sé...
lunes, 6 de julio de 2009
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