jueves, 24 de junio de 2010

Nocturno a Rosario
Por Manuel Acuña
(Se suicidó a los 24 años por ese gran amor)



I

¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.

II

Yo quiero que tu sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.

III

De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.

IV

Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.

V

A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y hundirte en mi pasión
mas si es en vano todo
y el alma no te olvida,
¿Qué quieres tú que yo haga,
pedazo de mi vida?
¿Qué quieres tu que yo haga
con este corazón?

VI

Y luego que ya estaba
concluído tu santuario,
tu lámpara encendida,
tu velo en el altar;
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta alla a lo lejos
la puerta del hogar...

VII

¡Qué hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma,
los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Dios!

VIII

¡Figúrate qué hermosas
las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida;
y al delirar en ello
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por tí, no mas por ti.

IX

¡Bien sabe Dios que ese era
mi mas hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!

X

Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡Adiós por la vez última,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,
mi juventud, adiós!

viernes, 4 de junio de 2010

peter pan, amarra tu sombra

Camino por el pasto, es como de papel crepé, las flores no huelen a nada sino a plástico barato. El cielo gris azulado tiene pastosa textura, como una crema untada a lo lejos. Por fin llego a la cabaña y el bosque se vuelve tan espeso y oscuro que apenas puedo avanzar siguiendo la tímida luz que se cuela por entre las ramas espinadas de arbustos con un olor penetrante a naturaleza. El ambiente enrarecido por la niebla espesa que dificulta aun más la visibilidad, anuncia junto a ese piquete en la panza que hay algo o alguien ahí dentro a quien no quiero ver, pero que me urge ver al mismo tiempo. El impulso me dice que avance, el poco raciocinio me mantiene en cautela de lo que puede pasar.

Después de atravesar la maleza, llego con la ropa rasgada y sintiendo ese hormigueo en la piel. En parte por el frío que hace erizar los pelitos de mi nuca, en parte por el miedo que coopera y me invade. la puerta está invadida por pequeños seres verdes que a la escasa luz se ven negros, es un musgo espeso que cubre casi en su totalidad esta cabaña, tiempo hace desde que la última persona se posó en su porche de madera de roble. la manija está ausente, un orificio en su lugar.

Me da mucha pena y angustia, miedo y el orgullo y la vergüenza no me dejan abrir esa puerta. Mi ser interno sabe perfectamente que estoy en el umbral oscuro, pero no me he atrevido todavía a pasar.

Entonces sin más aviso que una gran resplandor y un hormigueo aun mayor por mi cuerpo, el pequeño ser de aquellos sueños inciertos aparece de debajo de una mesita, es tal y como lo recuerdo, pero nunca imaginé que estaría aquí. Nunca pensé en volver a verlo. Es pequeñito, pero con un cuerpo tan bien desarrollado que en menos de un segundo ha llegado hasta donde estoy yo y me ha invitado a pasar. Con mis tartamudeos recientes logro hilvanar el monosílabo si, y entro.

De pronto, y no supe cómo, pero como en el sueño ese lejano, me encuentro tirado, con la espalda al aire y el pequeño ser sobre mi nuca. De pronto como sin percatarme, comienza a hacer esos movimientos con las manos que tanto me angustiaron la primera vez, pero que en esta ocasión me ayuda a pensar claro, a dejar todo fluir, a liberarme de las presiones y pensamientos. Mi mente es tan blanca y resplandeciente como su cuerpo entero.

Como un río incontenible fluyen hacia fuera todos mis recuerdos y pensamientos recientes, cosas que no recordaba, poco a poco mi mente se vacía.

Creo que ya encontré todas las respuestas a las posibles interrogantes que venía a hacerle a mi sabio interior. Sin más nada, dejo que se exprima hasta el último de mis pensamientos, cuando siento, la piel entre húmeda y eléctrica de mi genio interno, esta desaparece en una fusión extraña que me hace sentir alegre y extasiado a la vez, siento el poder en mi. Abro los ojos y de pronto, así como me acosté sin saberlo, estoy de pie.

Pero algo es diferente el genio se ha quedado en mi, en mi espalda sus rodillas penetraron y llenaron de energía mi pecho. El cielo ya no es pastoso, es claro y luminoso, cuasi eléctrico suave. La cabaña está pintada como un corral de niños, de colores cada madera. Todo en orden y vuelan juguetes de todo tipo. Un dinosaurio verde pasa frente a mi. Nubes dentro de la cabaña anuncian la tormenta de jugo de manzana que a los cochecitos les acciona sus pequeños limpiaparabrisas en un tráfico inventado. Toda una ciudad llena de colores y formas esta a los pies de mi figura.

Si tan solo pudiera estar aquí por siempre… pero algo dentro de mi me dice que debo volver al mundo real. De donde los problemas son y de donde no puedo escapar. Después del gran asombro, consigo abrirme paso sin pisar ni una sola pieza de aquel fantástico mundo.

Afuera ya es de día, pareciera que la luz de mi genio interno hubiera iluminado todo alrededor. El camino a casa será más ligero, he dejado atrás kilos de gris cemento que estaba echando raíz en mi mente y que pretendía hacer de mi un árbol viviente de concreto.

Nunca jamás.